martes, 24 de abril de 2007

KuaL

Ya ques toy al pedo y no tengo ganas de flashear y divagar, y no tengo a mano archivos pa subir, paso la dire de una gente (de jujuy) que SÍ sabe ocupar su tiempo en algo importante que se encuentra más alla de sus narices. Su propuesta sin atisbo alguno de inclinación política es muuy utópica en muchos sentidos, y tal vez por eso es que llegan tan lejos. Es el Kolectivo Utopia Akrata Libertario, o K.U.A.L. Es verdadera anaquía y no libertinaje, o cagarse en todo y cruzar los ojos, como usualmente se entiende la anarquia. Se hospedan en www.kual.com.ar .. ahí masomenos se puede ver el grosso vuelo de éstos chabones, un vuelvo ÚTIL al raz del suelo, a diferencia de otros asteroides entre los cuales me identifico.

Ok, tenía ganas de hacerles el chivo. Me voy a tirar cosas desde el 5º piso pa ver como caen. (ojalá, seguro voy a hacer alguna tarea de la facu ya q voy años luz atrasado).

Paz, amor, libertad, respeto.

cyas

jueves, 19 de abril de 2007

La charla bizarra con un alma amiga

De la estada en Jujuy para semana (nada) santa seguramente hay mil anécdotas más interesantes que la que espera abajo. Pero la mayoría son compartidas con amigos q ya las saben así que no tiene mayor chiste contarlas.

En cambio, esta otra situación que viví ahí es una incógnita. Merodea esos recovecos de la memoria hasta salirse por los dedos. Desemboca en este espacio.

Viviendo en la casa de Emilio sucedió que me encontré con este personaje afrancesado y gustoso de rebobinarse ante los ojos.

Resulta que una noche me levanto de un sueño del estilo “la modelo Julieta Prandi blanqueó su -hasta ahora oculta- relación con el ignoto Adrián Gordillo y expresó su profundo deseo de compartir su vida con él” y se me dio por buscarme un vasito con agua (cosa que no se dio porque en el camino me topé con la barra del living y un whisky-on-the-rocks ineludible).

Cuestión que cuando vuelvo a la pieza para continuar con el dichoso sueño, al prender la luz me encuentro con este personaje bizarro.

Emilio durmiendo, y arriba, también en la cama, su alma sentada. Mirandome. El alma del bala saliéndose del pecho cual parto Alien, etérea, pero visible.

-Como andas loko.

Encima hablaba!..
Me acosté por que el sueño de la modelo era más creíble. Pero el ánima seguía ahí cada vez que miraba, hasta que terminé admitiendo cuál era más verdad. Volví a sentarme, mirando al fantasma.


-Como andas loko.

-Bien, pero no entiendo un choto. Osea fue sólo UN whisky y ya estoy alucinando? Jate inchá las bola’ pue.

-No bolu no estas alucinando.

-Igualmente, la prefiero a Julieta antes que a vos. Me confundí de sueño.

-No, gil, esto es verdad, no te hagas la película tampoco.

-Ok, lo digo?

-Decilo.

-Estoy hablando con el alma de un amigo que está acá al lado durmiendo.

-Vés? No es pa tanto tampoco.

-Y si es así, tonces por qué mierda no estás ahí adentro? Metete, mirá si después pasa algo.

-Que va a pasar? Siempre me salgo. Todo el mundo se sale y no pasa nada.

-Ahora me vas a decir que todas las almas se salen..

-Y si. Sino, con quién te pensas que estaba charlando cuando tabas dormido?

-Hijo de puta la mía también se salio?!

-Te la dejo picando.

-Que sos culiao no?


Durante esa pausa traté de asimilar la idea. El alma se sacaba los mocos y los ponía en el otro agujerito de la nariz. Mirando al vacío.

-La mía también hace esa huevada?

-Y que querés, que me ponga a jugar a la Play? ..si cada vez que agarro el joystick me traspasa la mano. Claro me fumo un faso. O mejor me voy a tomar un whisky. No pue, no es así la cosa. Es difícil la vida de un alma. Acordate que no tengo masa, soy aire, todo lo que agarro lo traspaso.

-Agradecé que después sos vos el que tiene la vida eterna.

-Uh, peor aún.

-Y como es que estoy hablando con un ánima que nunca se muestra?

-Y la verdad que me canaste.. Yo ya me estaba por volver a meter en esta basura y justo prendiste la luz y listo, me canaste.

-En bolas.

-Y si.. igual no es la primera vez que me pasa. A todos le pasa, es normal. Ya fue..

-Que mierda! no pasa nunca esto, me tas pichulineando.

-Bueno, capaz que no pasa, pero va a pasar, ya vas a ver. Date cuenta, soy un pionero, soy la vanguardia, un adelantado. Pronto mi germen va a contagiar a todas las almas llegándolas de pilas para salir al mundo y reconciliarse con sus cuerpos ignorantes de su real existencia.

-…eh..

-Bueno vos estabas soñando con Julieta Prandi papi, por lo menos lo mío es más probable.

-Por lo menos si la tengo adelante la puedo saludar con un beso o un abrazo, en cambio vos. Vos no la podes tocar gil.

-Me conformo con su alma.

-Hay qué romántico..

-Chupadme un huevo… Te dije ya que la vida de las almas es muy chota en la existencia terrenal. Qué más querés? ..Igual cuando salimos todas las ánimas de joda nos alzamos una fiesta compa pichi.

-Chaaaan.

-Sí bolu los espectros también salimos de joda, que te pensas. Y vamos ahí a la esquina que está el alma del negro este que es amigo del que le consigue la yerba al sobrinito de la hermana del que nos trae la chupa. No sé de donde mierda saca chupa apta para nuestra naturaleza, pero la consigue.

-Meeera vos…

-Siii.. posta. Así es la cosa.

-Igual la vida no es joda.

-Y bueh el cuñado del pelado amigo del chabón este tiene un tio en el exterior que consigue todas las cosas para vivir bien siendo un alma.

-En el exterior, otro país?

-No: en el exterior, como que yo ahora me levante y me valla volando por ahí y no vuelva al cuerpo. Ahí podría conseguir todas esas cosas.

-Pará culiao! qué pasa con el chabón que se le sale el alma a la mierda??

-Se enferma de gripe, obvio. Hasta que vuelve el alma.

-Ahhh bueeeno… Algo más que deba saber sobre el maravilloso mundo del señor este que está sentado al frente mío?

-Sí, que cuando vos forreas a un alma de otro la tuya se embola con vos.

-Cagué…. Que miedo, no sabes…..

-Y que cuando, te curás de la gripe, tu fantasma se enferma por contagio.

-Ahá.

-Sí, pero es unos días nomás.

-Se…

-Y que cuando te bañas o vas a una pileta tu fantasma duerme.

-Y si voy a la pileta y no me meto?

-Duerme, pero no descansa.

-Y si me mojo con la lluvia?

-Eso es buena suerte, estás habilitado a pasar por debajo de 17 escaleras sin que te pase nada.

-Que lo parió.

-…O a cruzarte 11 gatos negros, pero es menos probable. O a romper 2 vidrios de por lo menos 1,50 x 1,50 y conservar la buena suerte.

-Ah la mierda! …Y qué pasa cuando no le creo las boludeces que divaga el alma de un amigo?

-Ahí pasa que tu alma te hace creer que antes tuviste un encuentro cercano con el alma de un amigo durmiendo.

-Osea que nada de esto sucedió?

-Te la dejo picando denuevo.

-La cuestión es que no te creo nada: lo de las jodas, lo de salirse al exterior, lo de pasar debajo de cuatro gatos negros de 1,5o… NADA.

-Cuando reaccionás así entonces significa que nadie te va a creer que me viste.

-Pensé que no te había visto, que era un blef de mi alma por no creerte lo que me estás diciendo.
-Bueno, es que eso pasa cuando justo antes te tomaste un whisky.

-Y qué pasa cuando le saco una foto al alma de un amigo durmiendo?

-Ahí me cagaste. No sé.

-Bueno, veamos que pasa.







Soñás con Julieta Prandi.



Fin

sábado, 7 de abril de 2007

Wuenas y SantasS

Finalmente caí tan bajo.. siempre dije q el día q YO tenga un blog nunca iba a llegar. Y si llegaba lo traían los 4 Jinetes en el bolsillo.





Bueh pero hay algo mucho mas fuerte q la palabra, y es el estar AL PEDO y totalmente jodido a discreción por toda la propaganda de pags de blogs etc.





Bienvenid@




-ASI VIENE LA MANO-



Resulta q surfeando por ahí entre los ceros y unos y yéndome por las ramas terminé encallando en lugares como este, blogs como el del pibe, fumadas atroces como la de veverly (vero lorenzo, q no quiere q se revele su dirección), viajes al estilo de esto, etc.



Parece q aparte del típico fotolog (este empezó como un flog, pero ahora terminó aca) de la piba con sus 2134,6 amiguitas todas iguales armando sus collages, y su número infinito de páginas clones, u homicidios al inexistente buen criterio de los websurfers como este, en algún rincón se asoma alguna señal de vida inteligente, o decente aunque más no sea. Esto es un intento de ser de esos últimos, potencialmente (o por lo menos no ser de los primeros). Y a menos que como todo buen proyecto de mi autoría, termine incrustado en un hoyo negro en mi cabeza sin concretar algo más que un cuelgue de 2 ó 3 segundos en una conversación con alguien, voy a entrar casualmente a meter alguna boludes relevante A MI CRITERIO. Igual ya me conocen, seguramente no le doy el uso q es debido, como todo.



Así q ahí está, esto es. Esto es -How to Dissapear Completely- un vómito de algo q andaba por ahí dando vueltas. Esta es la pag, ese dibujo funciona como portada, abajo podés dejar un comentario o de última un saludo si queres, no se, ..es internet, podes hacer lo q se te cante el oyo. Si queres anda acá y ves es techo de tu casa desde el espacio, etc. La idea es q si quieren aportar algo lo hagan con confianza, por mí, de 10!



Y quien quiera saltearse toda esta sarta puede hacerlo, como un perro q le señalas la comida y te mira la punta del dedo. Quien no, ahora sí, bienvenid@.





ag

Fénix

Torre Atenas B, departamentos a estrenar.
-Es en la avenida, al 1200, del lado de los abetos, numeración par.

Se erige otra nueva construcción en una ciudad creciente, aparecen de a poco sus futuros habitantes, algunos de ellos viniendo de algún lugar lejano. Es el caso de Néstor, 25 años, sobreviviente, esperando construir una nueva vida sobre suelo firme, cimientos seguros. Mira arriba, se detiene.
-Piso doce, bastante alto no?

Al rato mira abajo y gente como hormiga. Se recuerda así de pequeño, parado sobre la vereda hace instantes.

Así, pasan las horas, incorporándose, sólo en su monoambiente.
-Piola el pendejo de planta baja, siempre me convida fuego cuando me lo olvido acá arriba.- Néstor se refiere a Julio, 21 años y a la deriva.

Así pasan los días.
Ese mismo viernes, charlando en la vereda, Julio sonríe:
-Acá en el segundo hay una flaca que está mortal, la viste? La rubita, petisa. Le vengo haciendo el filo desde que la vi, a la guacha. Ya va a conocer mis sábanas, vas a ver…
-Okey, estoy avisado.
-Tiene una amiga, vive con ella. Esa dupla se las trae te digo.
-Ah, si? Justo dos para dos.

Dicho y hecho: en una de esas noches se encuentran los cuatro, y de entre toda la gente se apartan y comparten unos tragos. Néstor, Julio, la rubita, y la amiga: María, 23 años, aspirante a modelo. Buena actriz.
A la tarde siguiente Julio retoma:
-Que tal la amiga?
-Mejor que la rubia.
-Anda a cagar! Te apuesto que se hace la interesante un rato y se las toma…
-Justamente.

La situación se repite con el tiempo, se juntan los cuatro, varias veces. Y la rubia conoce las sábanas al fin, y la ducha, y las estrellas. Y la náusea.
-En cambio vos, pezcadazo! Seguís tragándote el histeriqueo de esa flaca?- se ríe Julio, relajado.

Esa noche van al bolichito de siempre, los cuatro. Tarde, entre las luces del flash aparece Julio goteando su cerveza:
-Hoy la rubia no quiere que vallamos a su casa, se resiste a toda costa. Parece que va a haber alguien ocupado ahí más tarde: se te va a dar, pescadin! hoy te dice que sí!

Néstor asiente y ríe, y se dirige a buscar a María entre todas las cabezas saltando al ritmo de la fiesta. Entre el humo se distingue de repente, ella. Sonríen, piden algún trago y bailan.

Néstor y María. Casados hace tres años. Entre ellos. Néstor y Maria, jugando.









-AG-

El bar del Chueco



Su índice temblaba y las cartas comenzaban a resbalarse, la tensión era obvia en las miradas alrededor, pero la suya demostraba mayormente una profunda desesperación. Hasta me pareció ver una gota brotar de su sien, y caer lento hacia su cortado frío.
-Tomá y tranquilizate Fabio, terminá tu tasa.- Soné bonachón y comprensivo…


¡Si no habré estado en su situación antes! Tantas veces, que en parte es por eso que ahora era diferente y me tocaba a mí depredar. Ni el mazo entero en sus manos podrá competir con mi asombrosa jugada – pensé – mis cartas perfectas combinadas con maestría ejemplar, vuelto de tantos años jugando.

Dueño de una increíble inercia, impulsado perro ciego por un largo historial de victorias, me supe destinado a volver a ganar, como todas las noches, sin excepción, siempre ganando.

Así es, por raro que parezca, que desde hace años no he perdido ni una sola vez en cuanto juego halla participado: partidos de póker, truco. Cartas, apuestas. Todos los días vengo al bar del Chueco y la historia es la misma. Incluso podría presumir de una cierta mitificación de mis hazañas, lo cierto es que hablan de mí en los bares, y ya conformo una leyenda urbana de la que todos oyeron alguna vez.

Hasta llegué a preguntarme la causa de mi extraordinaria racha que no deja de hacerme ganar. Pues la respuesta es simple: en el bar del Chueco no puedo perder. Parece que un espíritu bondadoso, o quién sabe qué, me ha tocado mágicamente concediéndome el don de la victoria permanente, de la suerte. Y desde entonces no perdí nunca. Aun que al concurrir a otros bares, o al volver a mis queridos casinos, el toque cesaba, y por más esfuerzos que hacía nada salía bien. La gloria sólo se me da en este lugar, y soy el único que lo advierte.

Y puede soñar extraño, viniendo de un tipo serio como yo, que venga a hablar de cosas inexplicables aparentemente sobrenaturales. Pues no lo son, llamemosle simplemente afinidad. Afinidad entre este saurio del juego y su querido bar.

Pero ambicioso al fin, como todo ser humano, quise experimentar con nuevas experiencias. Fue así que con el tiempo comencé a ensayar nuevas combinaciones para sacar aún más provecho de esta rara condición. Comenzando por las apuestas en los partidos de fútbol, boxeo, tenis, caballos, galgos, y cuanta disciplina deportiva sintonizara el viejo 20 pulgadas del bar, y de las cuales, desde luego, no tenía la menor idea de las reglas o los participantes. Sólo seguía mi instinto, apostaba, y al terminar mi café me veía de nuevo con más dinero y sobretodo, más fama. Explayándome a otros ámbitos, desarrollé mi nueva suerte con las mujeres, las que frecuentaban el lugar. Y un día al verme en el reflejo de mi copa, me vi convertido en alguien carismático y respetado, y más allá de haber conservado mi distancia y misticismo, no dejé que mi superioridad se me suba a la cabeza y que mi ego coma a la nueva persona que estaba engendrando. Exitoso, al fin.

De esta forma aproveché la soberbia y la ambición de cada uno de mis oponentes en estos dos años, y mastiqué su ingenuidad hasta donde quise. Aprendí el lado productivo de la escoria que se almacena en este bar como en cada rincón de esta pocilga ciudad, se trata de almas en pena y donadies tratando de pellizcar migajas de una vida de la cual soy rey. Con el tiempo pude vivir de sus intentos sin problemas, y cada vez fue más genial: ascendí por el podio de los compulsos y llegué al altar de los adictos al azar, y con mucho estilo.


Volviendo mi mente al juego con Fabio, bajé la vista y, como un golpe, sentí algo extraño; él conservaba la expresión de miedo en toda su cara, pero había bajado cartas totalmente inesperadas para mí. Conservé la calma y me defendí inmutable. Pasaron unos segundos, y con ojos nunca antes tan abiertos e incrédulos, para sorpresa de todos cuantos miraban atentos alrededor, Fabio coronó su molimiento con un AS semitapado por su mano, dispuesto temblorosamente junto a su café, destruyendo mi jugada.
Todos tardamos un poco en entenderlo, o quizá en aceptarlo, pero el juego había terminado y yo había perdido. El silencio asemejaba un velatorio y nadie sabía qué iba a pasar. Yo me levanté de la silla, miré alrededor, tomé mi saco y sin pronunciar palabra dejé a todos mirando tiesos al pasar la puerta y dejar el lugar.
Caminé extrañado, como presa de un mal sueño, todo parecía irreal. Tardé un tiempo en amoldarme a la realidad mientras deambulaba sin rumbo por las calles. Ciertamente, no tenía a dónde ir.
Por la noche, alojado en una pequeña habitación de alquiler recordé a la que alguna vez había sido mi esposa, recordé nuestros problemas, mis salidas, a un hijo que se llevó de casa, entre otras cosas. Me sentí o muy estúpido o muy sabio en haber dejado todo eso atrás, todo eso que en conjunto formaba mi vida, y lo había reemplazado por el juego. Y dormí sin saber qué pensar.
Han pasado unas semanas, y recién ahora vuelvo al mismo lugar llevado por una caminata improvisada. Ahí está. Desde el otro lado de la calle se lo ve a Fabio por la vidriera del bar, tiene ojeras y barba, como yo. Parece concentrado en ganarle a su oponente en cartas. Y le gana. Pero puedo decir que no es feliz, sé que está muy mal. Permanezco parado frente al local por unos segundos, mirando. Me pregunto qué habrá sido lo que me llevó a todo esto. Sólo tengo una certeza, el Chueco es el mejor comerciante que conoceré jamás…

Ahora comprendo por qué Fabio temblaba tanto aquel día, y por qué nunca festejó el haberme ganado.












-AG-

Vientodestino en esta vidamar


Y así fue como la conocí, de casualidad, un día mirando el vasto mar. Tiene algo de inquietante ese enorme horizonte en el que por donde se mire, la línea es constante e inmutable, no respeta ni los más grandes navíos acercándose: es siempre uniforme, atrapante, infinita.

Ella también era infinita, interminable. Desde aquella primera vez que la vi en la playa supe que debía ser mía. Tan sólo el verla estar, correr, saltar, hablar o dormirse era hipnotizante. Ambos lo sabíamos. Sus formas se recorrían siempre placenteramente con la mirada. Ya nunca me aburría.

ue así que al pasar el tiempo construí poco a poco una relación con ella desde la nada, como si fuera mi propio muelle de maderas por mí plantadas, sobre el que luego caminara con orgullo, llegando a ser mi mayor sustento.

Al conocerla más profundamente me di con un arrecife de belleza abisal. Realmente perfecta era en su conjunto. Comencé a amarla.

Por supuesto, ningún amor verdadero es no correspondido. Horas pasaban mirándonos en el reflejo de las costas calmas. Y largas charlas. Y largos besos. Largo amor. Sus pecas se correspondían inexplicablemente con los granos de arena y sal bajo el agua transparente.
Justamente, nunca pude explicárselo por completo, aun creo que no entendió cuando intenté decírselo. Es que sus ojos me hacían preguntas. Su duda me atrapaba.

Pero un día, más por una cuestión geográfica que filosófica, le pregunté sin pestañear ni dejar de mirar la dichosa línea: -¿qué habrá más allá… no?- Yo aun señalaba el horizonte cuando lastimosamente dijo: -mi futuro.

Las nubes negras tapaban la luz de la luna. Reinaba la noche. Al menos lo oscuro no dejó ver las reacciones; yo no la ví correr, ella no me vio abrazar mi soledad.



El tiempo nunca se detuvo. El viento destino mueve la marea.



Miro el horizonte otra vez. La línea, allá lejos, quieta. Ignoro las razones del agua para permanecer hecha ojos sin desbordar, aun que sé que sería redundante sumar una o dos gotas más a este ya cargado océano.

La luna brilla y se refleja ondulante en éstas y otras aguas. Las aves duermen volando. Por mi parte, abajo, vuelo dormido; las olas borran palabras en la arena, pero se llevan el mensaje al mar.





-AG-

*este cuento contiene un fragmento de un peoma de un groso jujeño, Ernesto Aguirre. (Jujuy, 1953). Libros publicados: "Historietas" (1978); "Espejo astillado"" (en colaboración, 1980);"Café de la luz" (1984); "Crónicas del buen amor" (1986); "Sofía,in memoriam" (1995) Datos tomados de LETRAS JUJEÑAS - antología de poesía y cuento.

viernes, 6 de abril de 2007

Ella en mi cabeza



Sobre la mesa observaba el despliegue de la diaria visita al bar: restos de dos platos vacíos y de cortados, una mosca solitaria merodeando las últimas migajas dulces frente al cenicero, cartas avinagradas de una última partida, junto a las cuales el sendero circular de la ahora ausencia de vasos.

Ya solo, reordenaba y torcía las ideas efímeras que, olvidadas, mañana volvería a ordenar metódicamente.

Sólo el transcurrir de una tarde adormilada reflejándose en la pantalla del viejo televisor apagado, de modo que casi llegué a pensar que las telarañas estaban sobre el aparato, en vez de lo contrario.

Yo había tomado una servilleta en la que dibujaba esbozos de una figuración tosca sin prestarle a su ejecución la atención necesaria, casi automáticamente, como un títere del tedio.

En esto, una joven finísima entró al bar, su caminar era peculiar y modesto. La seguí con la mirada por no tener mejor cosa por hacer. De vestido rojo, tez lactescente e iris verdes tras los anteojos, escogió la mesa del medio y se sentó en actitud reservada, seguramente esperando a alguien. Ciertamente, era muy bella.

De una pequeña cartera negra sacó una pequeña libreta, pero la distancia no me permitía ver qué escribía en ella. Para mi sorpresa, no esperaba a nadie, sólo se limitaba a seguir escribiendo… siquiera había hecho su pedido, y el mozo parecía no advertir su presencia.

Al cabo de unos minutos, como era de imaginarse, sus ojos me apuntaron y, contrario a lo que pensé que haría, me dedicó un gesto sutil pero expresivo, una pequeña sonrisa recatada y ambigua, por la que no tuvo respuesta por mi parte. En realidad, me sorprendía su amabilidad, tanto que, no sé bien pensando en qué, me levanté de la silla y tras enfrentar el cuerpo hacia su dirección di una rápida media vuelta y volví a sentarme. Si bien había sido un movimiento brusco y bastante estúpido, me sentí inmediatamente obligado a repetirlo, sólo que esta vez ni la media vuelta ni el ridículo estaban en mis planes. Pero caminando hacia ella, de momento no supe qué decir, con la mente repentinamente en blanco, y me vi torpemente parado a su lado, en un silencio tan grande como mi confusión. Muy nervioso, permanecí como entonces hasta que, ya para bien, ya para mal, la chica interrumpió su escritura y viró para examinarme, con una obvia pregunta entredicha en el gesto de los labios. -Perdón, perdón,- balbuceé - disculpe…- hubo un silencio. Yo permanecía casi inmóvil y sudaba. Ella pareció entender, sonrió y continuó escribiendo en su libreta.

Con el peso de la derrota, fui a buscar unos grizines y un té helado. Mas, fue muy para mi sorpresa que, con estos en mano, comencé a caminar directamente de nuevo a la mesa de la joven. Frenético, quise evitarlo, pero para el momento ya estaba allí. Y más extraño aún fue no ver en su cara la más mínima expresión de sorpresa y, como broche de oro, aceptar halagada la bandeja que ahora me inclinaba levemente para ofrecerle. En mi mente todo era un caos, pues mi cuerpo se desenvolvía muy a contramano de mi voluntad, pero la chica mantenía la naturalidad de cuando entrando al bar.

Decidí volver a mi mesa y ocuparme en mis cosas, pero esto último tampoco fue posible ya que al llegar a ésta tomé el cenicero en el que mi cigarrillo ya se había consumido solo y, siempre como un autómata, lo dispuse cómodamente en su mesa. Ella acababa de encender un fino cigarro y dejado de escribir.

Yo ya no sabía qué pensar. Exhausto, parado frente a su asiento, ordenaba las palabras: -¿Qué es todo esto?- ella permanecía en sus asuntos -¿Qué es todo esto? Sé que tenes algo que ver con lo que estoy haciendo…- insistí impacientado, tuteando para reforzar. Pero sólo me esperaba más silencio. Había vuelto a escribir, y rió levemente. –¡Quién sos!- levanté la voz, a lo que la gente comenzaba a darse vuelta para observar la extraña situación. Como se detuvo su escritura, me esforcé por leer qué era eso tan importante que la mantenía sin quererme contestar. Encongí la vista, puesto que tal era la rigidez de mi cuerpo ajeno a mi voluntad que apenas podía acercarme a la dichosa libreta. Luego de unos segundos finalmente logré descifrar lo que en ella acababa de escribir: “…finalmente logró descifrarlo, pero no quiso saber más, y volvió a su lugar calmadamente.”

Retrocedí exaltado, vi su sonrisa y sus ojos verdes mirándome con cierta ironía. Ciertamente, mi cuerpo dio media vuelta en expresión de no querer saber más y volvió a mi mesa aparentemente con calma, dando la espalda a toda la situación. Pero a diferencia de lo externo, en mi mente me ahogaba en un mar de pensamientos de todo tipo. Estaba perturbado, pero intenté apaciguarme mientras sentía volver a regir sobre mi cuerpo. Al bajar la mirada observé sin poder creer cómo, en la servilleta en la que antes había estado haciendo unos esbozos casi sin darme cuenta, se distinguía la joven de vestido rojo fumando y disfrutando de un té helado.

Tomé el papel entre ambas palmas y lo destrocé frenéticamente. No quise voltearme a ver, pero era innegable que en el reflejo del viejo televisor apagado se observaba en la mesa del medio un cigarrillo encendido y ya nadie para fumarlo.









-AG-